(27/10/20) Han transcurrido diez años sin la presencia física de nuestro compañero Néstor Kirchner. Seguramente no faltará quien todavía discuta el protagonismo histórico de quien fuera presidente de todos los argentinos en el período comprendido entre mayo del año 2003 y diciembre de 2007.

Pero aquí estamos los trabajadores mineros, que -sin ningún lugar a dudas- sabemos valorar sus convicciones para gobernar, primero la provincia de Santa Cruz y luego el país.

Hoy estamos apenados por su partida el 27 de octubre de 2010. Sin embargo, nuestro corazón y nuestra mente nos permiten, no sólo recordarlo sino tenerlo presente, para que nadie olvide su escuela y su acción como gobernante, ya que los personajes históricos se definen -sobre todo- con base en lo disruptivo que fueron sus acciones presidenciales.

Néstor irrumpió en la escena política nacional ante un país disgregado. Instaló rápidamente una nueva agenda política en la Argentina; con decisión y coraje enfrentó a los sectores de poder que siempre, a lo largo de nuestra historia, privilegiaban sus conveniencias ante que las del país.

El presidente que llegó desde la Patagonia nos devolvió la mística peronista de Juan Domingo Perón y Evita. El retomó las banderas de justicia social, que algunos compañeros habían guardado, y las supo enarbolar nuevamente.

Nos invitó a “reconstruir un capitalismo nacional” lo cual permitiera “reinstalar la movilidad social”. Al mismo tiempo nos advirtió que “no se puede recurrir al ajuste ni incrementar el endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la exclusión de los argentinos”. Algo que debemos volver a reeditar en estos días de crisis y permitirnos recordar que la industria minera estaba en su agenda y fue su prioridad.

Nos enseñó también que el desarrollo humano se basaba en una educación de nuestro pueblo y que “la igualdad educativa es para nosotros -los peronistas- un principio irrenunciable”.

Reivindicaba la soberanía sobre las islas Malvinas y señalaba que la prioridad en política exterior sería “la construcción de una América Latina políticamente estable, próspera, unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia social”.

Acentuó la necesidad de promover un proyecto nacional integrador y llamó a la sociedad en su conjunto “para sumar, no para dividir; para avanzar y no para retroceder”.

Nos propuso un sueño: “Reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación. Quiero una Argentina unida. Quiero un país más justo”.

Hoy nos duele su ausencia. Pero nos da fuerza su recuerdo. Su legado se inspiró junto a la herencia de Perón y Evita. Por eso hoy, los trabajadores mineros, levantamos sus banderas. No renunciamos a su sueño de una Nación próspera y unida y nos comprometemos aún más con nuestro gobierno peronista y nuestro rol social que nos toca. Para ello decimos que, hoy más que nunca: ¡Néstor Vive!.

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