(31/10/17) Nelba Porcel siempre quiso manejar maquinaria pesada y le llegó el momento. El camino de prejuicios y discriminación que recorrió, donde se encontró con discursos de todo tipo y desde todos los espacios, no le hicieron bajar los brazos. Hoy es parte del equipo de operarios de Galasur y lejos de ser una noticia a celebrar tenemos que preguntarnos por qué esta historia no la contamos antes.

En una ciudad que prospera en su economía gracias a la minería (recién) en 2017 -cuando creemos que gran parte de la sociedad ya se quitó de encima sus inducciones machistas- conocemos a Nelba Porcel. El 1 de septiembre fue el primer día que la maquinaria pesada de la ciudad la incorporó en la empresa Galasur. ¿Una firma revolucionaria?. No, simplemente con visión progresista y desprejuiciada. Y sí, diferente a aquellas que siguen con la idea de que la minería “es cosa de hombres”. El camino que tuvo que recorrer para lograr su sueño de manejar equipos de alto porte no fue fácil y se llenó de miradas despectivas y tercas de hombres pero también, mujeres.

Poco curso y mucha demandanelba2

Nelba tiene 54 años y es acompañante terapéutica y enfermera domiciliaria y clínica pero desde chica vió a su padre y tíos manejar: camiones, maquinaria pesada, colectivos. Y con el correr de los años se dio cuenta que esa inquietud de estar delante de un volante como parte de una labor, también era asiento para ella.

Así fue como, hace alrededor de 20 años empezó a buscar instituciones en Olavarría que brinden cursos de maquinaria. “Fui a canteras a preguntar si daban capacitaciones, pero no”. A pesar de demostrar un gran interés por ello, “por ser mujer”, no le daban la posibilidad de, ni siquiera, observar. “En un momento conocí a gente de una empresa que vendía maquinarias agrícolas. El único que me abrió las puertas para conocerlas fue el empresario de ese lugar”, contó Nelba a El Popular. Le dijo que podía acercarse, ver cómo eran y él le explicaría lo que pudiera, aunque obviamente no constaría en ninguna certificación. “Acepté el reto”, dijo y al mismo tiempo empezó un curso de manejo de autoelevadores en el ITeCo (Instituto Tecnológico de Olavarría) junto con uno de sus hijos. Era la única mujer.nelba3

Al pasar el tiempo, pensó que quizás alguna empresa se interesaría en ella por haber realizado esa capacitación. “Cuando llegaba la postura era muy negativa” comentó y añadió que en uno de los lugares le dijeron que “acá hay que hacer mucha fuerza y los operarios hacen otras cosas”. A pesar de que ella les decía que “yo vengo a manejar la máquina y a cumplir su función”, las trabas aparecían.

Más adelante realizó un curso de volquetes, frontales y retroexcavadoras, dictado por el Municipio y avalado por ITeCo. Se enteró cuando ya estaba iniciado pero pudo sumarse al nivel práctico. “Fuimos a Galasur, Cerro del Aguila y canteras chicas a realizar prácticas”, comentó y después de eso, se anotó en la Tecnicatura en Minería porque ya en el ejercicio de manejo veía rostros poco amigables y con una carrera hecha quizás se allanaba el camino. “Si no entro como operadora, entro como minera y me sumo al mercado”, pensó pero su verdedero objetivo no era el trabajo con la piedra sino con las máquinas. Además, es una convencida de que sólo con capacitación y nuevos saberes se pueden lograr los objetivos. El panorama comenzó a cambiar cuando encontró un aviso en este Diario que solicitaba un volquetista para una de las empresas donde había practicado.

El prejuicio en las mujeresnelba4

A partir del anuncio mandó el mail con su CV a la consultora de recursos humanos. Como no tuvo acuse de recibo , se acercó y lo llevó personalmente. “Les dije que yo ya lo había mandado por mail. Me atendió una chica que me dijo `ni lo miré`. Le pedí que me tengan en cuenta y me respondió que `ahí no piden mujeres´”. Lo cierto es que la solicitud de empleo no determinaba que fuera excluyente para un género u otro. Un típico caso de machismo.

Como por ahí no pudo, fue hasta Galasur, la empresa en cuestión. “A usted la estábamos buscando”, le dijeron. Y Nelba con esa expresión tan esperanzadora, empezó a ver que el sueño no era tal y que la realidad estaba más cerca y no se retorcía entre prejuicios. “Me encontraron”, les dijo y de allí partió hacia “una consultora” que le realizaría una entrevista y le haría pasar por ciertos testeos. Resulta que cayó en la misma consultora y se encontró con otra pared, y del consultorio de una profesional. “En la entrevista la psicóloga, me dijo `¿por qué no te dedicás a lo tuyo?`” en relación al ámbito de la salud. “Eso no me gustó y dejé pasar un tiempo. Después volví a ir a Galasur pero con mi equipo: los borcegos, el chalecos del auto, mis guantes, mis gafas y el casco que me regaló un albañil de casa”, recordó y desde el 13 de julio a hoy, la historia cambió su desenlace por completo. Le dijeron que desde ese momento empezaría la práctica en los volquetes que se extendió de julio hasta el 1 de septiembre, día en que ya formó parte del plantel de modo estable.

Prácticas discriminatoriasnelba5

“No falté un sólo dia y trabajaba de 8 a 17 horas” dijo Nelba al igual que cualquier otra persona que necesita conocer a fondo las técnicas de un nuevo lugar de trabajo para ser considerada. Las miradas de los propios operarios fueron diversas. Algunas se pintaban de recelo y sexismo, otras eran más amigables y respetuosas, y lo son hasta el día de hoy. “Todos tenían una expectativa tremenda. Estuve una semana y no me dieron un solo volquete. Solamente estaba de acompañante”, comentó y como no encontraba lugar para sentarse a manejar, sacó fotos de cada uno de los equipos y buscaba información en Internet sobre su utilización, pero no lo consiguió.

Pasado un tiempo, pudo conducir uno gracias a que algunos cedieron. Los operarios más jóvenes le decían que tenía que pasar por todos los volquetes para conocer bien cada uno y la trataron muy bien, “me dieron confianza y hasta me dijeron que me iban a enseñar bien todo lo que ellos sabían. Aprendo mucho de los chicos”, expresó y eso es lo que hoy la hace sentirse feliz de estar en el equipo, “me enseñaron los detalles de todo y lo pongo en práctica como me dijeron”.

“Hasta que me jubile”

En agosto preguntó a los encargados de la cantera qué sería de su futuro. Ya había renunciado a su trabajo en la empresa de salud en la que estaba y quería comenzar a buscar reemplazante para los pacientes que atendía de modo particular. Le dijeron que tenían una devolución favorable de su desempeño y de su personalidad. En septiembre comenzó a trabajar en la planta estable. “Yo estaba feliz de recibir la noticia porque quiero hacer esto hasta que me jubile. Aposté y sigo apostando a esto”, manifestó mientras detalló la rutina de entrenamiento físico que realiza en un casa para ganar fuerza “porque manejar un volquete no es fácil, hay que tener buen estado”.

Por estos días, está al mando de un volquete junto a un compañero que hace el relevo. Trabaja doce horas en horario de 2 a 14 y de 5 a 17. Además, es presidenta de la Junta Vecinal del Barrio Ceco II e integra un grupo de acompañantes terapéuticos que buscan legalizar la profesión en Olavarría. Y es mamá.

Hoy en Galasur los comentarios han cambiado y son consonantes con lo que piensan los jerárquicos. “Soy una más y me tratan con respeto, me tienen consideración a pesar de que me di cuenta de que hay un mercado muy machista y que me sentí discriminada” y reconoció: “algunos ya hasta no tienen el rostro duro cuando me miran”.

“La cultura machista de acá es elevada”

El ingeniero Peruca es el gerente general de Galasur, cantera ubicada en Sierra Chica. Lejos de celebrar el ingreso de Nelba al espacio minero la pregunta es por qué en una ciudad cuya actividad principal es esa y con tantos derechos y espacios ganados por las mujeres, es la primera firma en incorporar a una operaria en 2017. “La cultura machista de acá es elevada. Los derechos de la mujer no están defendidos por esta zona” aseguró el ingeniero, y planteó que la nueva incorporación “es lo más natural. Las mujeres en minería ocupan un alto porcentaje como operadoras de equipo en otros lugares del país y en el mundo”. Las grandes minas de Estados Unidos, Perú y Chile tienen alrededor de un 30% de mujeres al frente de la maquinaria pesada.

La incorporación de personal femenino en canteras de la zona “es lo que se debe hacer y extender”, dijo, y añadió que “estamos en proceso de incorporar más personas y orientamos a mujeres de acá y de otras localidades”. Lo que planteó como una falencia es que “no se capacita a gente como operaria en otras empresas. Nosotros sí tenemos esa cultura y formamos con un capacitador que tiene un CV extenso y ha trabajado en muchas operaciones”.

Para concluir remarcó que “lo más normal es que la mujer haga lo mismo que un hombre en las normas de respeto y convivencia. En cualquier sociedad evolucionada eso ocurre”, y manifestó que si hay otros lugares de la ciudad donde eso no se da es “por un problema propio de Olavarría”, y “las provincias más condicionadas y pobres de la Argentina son las más evolucionadas en este sentido. Algún día a Olavarría le tenía que llegar este concepto”.

El firme apoyo de AOMA

Los referentes del sindicato AOMA conocieron la noticia de la incorporación de Nelba y “se sorprendieron de verme practicando” contó pero no se acercaban a dialogar con ella. Hace unos días tuvo la posibilidad de hablar con el secretario general que le dijo que “no sabemos cómo tratar a una mujer en minería” y que estaban a su disposición “para que me sienta bien y cómoda y me iban a cuidar”. Es que con este tipo de “novedades” -que ya no deberían serlo- se aprende. Y si bien es sabido todo lo que una persona -sea hombre o mujer- puede hacer, el campo de juego aún tiene reglas fuertes para un solo bando. Y es el que sigue luchando por sus derechos.

Nota: Yanela Alves / yalves@elpopular.com.ar / Suplemento Especial del Día del Minero, en Diario EL POPULAR.

 

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