(29/5/17) Se llevó a cabo el viernes 19 de mayo la inauguración de la sede de la Seccional AOMA Mina Aguilar, en la provincia de Jujuy, y hasta allí fueron cuatro olavarrienses: el secretario general minero Alejandro José Santillán junto con tres dirigentes. Y en el caso de Alejandro Santillán, tuvo la gran oportunidad, inolvidable, única, impactante, de visitar el campamento de Mina Aguilar, que está ubicado nada menos que a 4.500 metros sobre el nivel del mar, a unos 300 kilómetros de San Salvador de Jujuy, en una zona totalmente rústica, alejada, árida, casi inhóspita. Pero valía la pena llegar hasta allí y ser protagonista de una experiencia de esas que no se olvidan nunca más.
“Allí, en el pueblo, viven alrededor de 3 mil personas, donde funciona una escuela primaria, dos escuelas secundarias, un hospital, y la vida rutinaria es el trabajo. Hay tres clubes para disfrutar la vida social, con sus locales comerciales y un gran mercado. Allí viven los que trabajan en la mina, y la empresa les provee las casas y los servicios. De ahí bajan al socavón, que es donde está la mina. No todos son mineros en el pueblo, sino que están los talleres de equipos pesados y los molinos, donde se procesa el mineral” comenzó contando Alejandro Santillán.
“Fuimos el martes al campamento de Mina Aguilar. Ahí no hay terciario, por lo que la hostería que allí se encuentra tiene –digamos- el fin social, ya que los mineros envían a ese lugar a sus hijos para terminar la escuela secundaria (hay una de ciclo industrial y otra administrativa), así que los que quieren seguir estudiando van a esa casa de estudios. Mientras que los hospitales más complejos están en San Salvador de Jujuy”, agregó.
“Esa casa fue construida hace 50 años y por el uso se había deteriorado, pero a partir de 2016 comenzaron a evaluar la posibilidad de remodelarla, y desde AOMA Central acompañaron esa medida y con el aporte de todos los mineros del país se refaccionó. Se mantuvo la antigua fachada, pero cuidando el estilo original, por lo que se levanta en un edificio realmente envidiable. Trabajan alrededor de 700 mineros en la zona, donde se extraen plomo, zinc y plata, pero casi en su mayoría plomo” señaló Santillán respecto de la casa sede que AOMA dejó habilitada.
Fueron hasta Jujuy los secretarios generales de las 19 seccionales del país, así como del secretariado nacional encabezado por Héctor Laplace, quien tuvo la iniciativa de que los dirigentes de distintos puntos del país fueran para conocer cómo se trabaja en minas de estas características. Por la Seccional Olavarría concurrieron Alejandro Santillán, Hugo Barzola, Cristian Vidovi y Juan José Negrete, quienes agradecieron profundamente el trato recibido por parte de los trabajadores de Mina Aguilar.
“El viernes al mediodía se hizo la inauguración, donde se recordó a los viejos mineros que comenzaron con este trabajo, y entre lo que se resaltó es que AOMA es respetuoso de la historia de los trabajadores. Se hizo un edificio nuevo de punta a punta, para darle mayor calidad de vida a los chicos que estudian y a los trabajadores y familias de Mina Aguilar que deban permanecer allí ir cuando se produce algún problema de salud a San Salvador de Jujuy”, explicó el dirigente minero olavarriense.
“Entre las palabras que resaltó (Héctor) Laplace en la inauguración, aparte de recordar a Avelino Bazán, un viejo minero del lugar, habló de nuestro querido Negro Moreno –otro mártir de la dictadura-, que dieron la vida por los trabajadores. Y a la noche se compartió una cena con todas las seccionales, alrededor de 150 personas, entre los que viajaron hasta allí y los locales, donde estuvo la hermana de Avelino Bazán. También hubo tiempo para la música, ya que se presentó el grupo Trío San Juan, integrado por trabajadores de la mina, cantando canciones muy lindas, inclusive algunas alusivas a la vida en la mina”, siguió contando Alejandro.
“Como experiencia inolvidable, debo contar que el martes fui, acompañado por los dirigentes de Olavarría, al campamento. Hicimos 300 kilómetros, doscientos por ruta y el resto ripio. Llegamos a las 18 horas al campamento y fuimos recibidos por Carlos Trejo, secretario general de Mina Aguilar, y conocimos todo el campamento. Cenamos en el comedor de la empresa y nos preparamos para el otro día, a las 7, para pasar los controles, como los chequeos de salud, para poder entrar a la mina. Así que el miércoles, luego de pasar el control de salud y la inducción de seguridad (que es una capacitación), almorzamos y saludamos a la Virgen de Santa Bárbara, y tomamos un tren que recorre 4 kilómetros dentro de la mina, por las mismas vías que extraen el material con los carros. Había que subir 4.500 metros sobre el nivel del mar y luego entrar a la mina”, explicó.
“Ahí vimos equipos, grupos de trabajo, y a los compañeros en plena actividad. Estuvimos casi ocho horas ahí adentro, en la mina, donde hacía entre 7 y 14 grados bajo cero. De día se soporta bien el clima. Pero por la noche hace frío. Sin dudas, para mí fue una experiencia inolvidable de ver los equipos, cómo trabajan, y me traje un grato recuerdo y cariño grande de los trabajadores de la mina. Me agradecieron la visita inclusive. Esto tiene como objetivo un intercambio para que el día de mañana una delegación de Mina Aguilar venga a Olavarría a conocer cómo es nuestro trabajo a cielo abierto. Si bien parecen dos actividades muy diferentes, todos somos mineros”, resaltó nuestro secretario general.
“Subimos al cerro y luego ingresamos a la mina, y tuvimos que bajar entre 800 y mil metros, todo en el mismo cerro por supuesto. Estaba muy contento de estar ahí, me gustó la experiencia, porque fue sumamente impactante. Me sorprendió que haya equipos pesados con palas levantando varias toneladas de minerales, circulando entre las galerías. Al ser un mineral pesado como el plomo, la fuerza que hacen esas maquinarias es tremenda. Es un trabajo duro realmente. También se ve que caen gotas de agua por las filtraciones, es algo normal. Me comentaban los riesgos, pero ellos tienen aplicadas todas las medidas de seguridad. La sensación es linda y rara a la vez. Es un lugar muy duro para llegar y además el cuerpo necesita su tiempo para adaptarse, primero por la altura porque son 4.500 metros y el oxígeno falta, y después hay una boca por donde entramos en un tren hacia las entrañas del cerro, donde está el plomo. Las galerías nos llevan a las vetas del mineral que se extrae. Es una mina que tiene entre 80 y 90 años. Para ir sacando el mineral van avanzando cada tres metros, con perforaciones y voladuras, y cuando se llega al mineral se hace un trabajo coordinado. Al camino me lo indicaba Martín, como guía, que tiene claras y memorizadas todas las arcadas, algo increíble. En un momento me tapé la luz del casco y puedo asegurar que se escuchan los ruidos del cerro, cómo se queja, alucinante de verdad. Es increíble cómo viven, como trabajan, por la altura, por andar ahí abajo en la mina. Me traje la calidez de la gente también. Fue, sin dudas, una experiencia inigualable. No fue lo que imaginaba, porque uno ve una foto y estar ahí, en vivo, es totalmente diferente, porque se sienten cosas, se ve cómo se trabaja, se puede palpar cada minuto de vida de una manera tan especial como rara, porque es algo que jamás había vivido. Y lo haría otra vez, de eso no tengo dudas”, terminó diciendo Alejandro Santillán.